Porque aunque no se note de inmediato, el entorno siempre deja huella. Las personas con las que pasamos más tiempo nos influyen: en cómo pensamos, en cómo nos sentimos, en cómo nos hablamos a nosotrxs mismxs.
El contagio emocional es real
Estar rodeados de personas negativas, que critican todo, que siempre ven el problema antes que la posibilidad, termina pesando. Y muchas veces lo notás cuando ya estás adentro: más irritable, más cansadx, más desconectadx de lo que te hace bien.
Y no es que una persona sea "la mala influencia". Es que lo emocional, lo energético y lo mental se contagia. Como la fruta, no es inmediato. Pero el tiempo y la cercanía hacen lo suyo.
Elegir bien con quién compartirte también es autocuidado
A veces creemos que poner límites es egoísta. Pero en realidad es un acto de amor hacia nosotrxs. No todo vínculo es sano, y no todo vínculo merece ser sostenido solo porque "siempre estuvo ahí".
¿Con quién pasás más tiempo? ¿Esa energía te enciende o te apaga? ¿Podés ser vos mismx o tenés que disfrazarte para encajar?
Así como el cuerpo necesita alimento sano, nuestra energía necesita relaciones que sumen, no que drenen.
La fuerza de una comunidad que te nutre
Una de las cosas más transformadoras es encontrar un grupo que te sostenga desde lo humano. Donde puedas ser sin juicio. Donde no haga falta disfrazarte de fuerte. Donde puedas descansar.
🌿 En mi membresía de yoga y tapping, creamos justamente eso. Un espacio donde moverte, respirar, liberar, y también sentirte parte. Porque sanar solx es posible, pero hacerlo en comunidad es mucho más amoroso.
A veces cambiar de entorno es empezar a florecer
Porque así como una fruta puede pudrir a otra… también una comunidad presente, amorosa y genuina puede ayudarte a volver a confiar, a abrirte, a reconectar.
Rodeate de personas que te sumen. Tu bienestar también depende de eso.